martes, 19 de marzo de 2013

Alfarería Moteña

“El Balcón de la Mancha” es un pueblo de alfareros, incluso un barrio de la localidad se denomina las Cantarerías, ya que es el barrio donde nació la alfarería en la localidad. El barrio se encuentra al noroeste de la localidad, en una de las partes más altas. Los habitantes del barrio se han dedicado tradicionalmente a la elaboración de cántaros y artilugios cerámicos. En la actualidad solo quedan cuatro cantareras que aún se siguen dedicando a esta labor y las piezas que salen de su trabajo se destinan principalmente a la decoración.

La singularidad de la alfarería moteña es que siempre han sido las mujeres las que se han dedicado a la elaboración de los cántaros, cantarillas y otras piezas de cerámica. También son las mujeres las que preparan el barro con unos originales procesos de elaboración, cocción y venta. Durante años toda la familia se dedicaba a la alfarería, los hombres sacaban el barro y lo transportaban y una vez que las piezas estaban listas las llevaban al resto de pueblos para su venta. Los “chicotes” y “chicotas” pisaban el barro y las mujeres lo modelaban.

En “La Mota” los alfareros nunca han contado con locales adaptados para llevar a cabo sus trabajos, los talleres estaban colocados en las viviendas de los alfareros. La cocina, en invierno y los porches en verano. En el patio, remojaban el barro en una pila rectangular y en los poyos adosados a la pared de la cocina se sentaban a trabajar con el barro.

Antiguamente el número de alfareras era mayor, por lo que el número de hornos también era mayor, muchos de ellos de propiedad privada que siempre tuvieron un uso comunitario. Esta característica hizo que la alfarería de Mota del Cuervo desarrollara todo un sistema de medidas y numeración y de señales particulares para el reconocimiento de las respectivas piezas. Hoy, solo queda el de la plaza de la Cruz verde, más conocida como la placeta, que perteneció al Conce, ahora propiedad del ayuntamiento.


Horno del museo de la alfarería de Mota del Cuervo donde se cuecen las piezas de alfarería. Fuente propia


Extracción del Barro:

El barro utilizado por la cantarera se extrae de los barerros, situados a unos cuantos kilómetros del pueblo. Antiguamente, eran una especie de minas consistentes en un pozo, en cuya boca se colocaba un trípode con una garrucha para subir el barro. Ahora, los barreros están cegados y la extracción se hace con máquinas excavadoras.

Preparación:

En la casa, el barro se seca al sol, luego se amontona y la cantarera va tomando la cantidad que necesita, la machaca y la pone en remojo durante veinticuatro horas. Pasado este tiempo, el barro se coloca sobre el suelo para ser pisado, hasta tres veces, para formar la pisa. De aquí, se van tomando pellas y se esgorullan, es decir, se quitan las piedrecillas y otras impurezas para dejarlo lo más limpio posible. Después, se hacen rollos de barro.

Elaboración de piezas:

La cantarera coloca una capa de ceniza en el rodillo del torno y coloca la torta con la que da forma a la base de la vasija. Luego, pega los rollos de barro con los que levanta el cuerpo de la pieza (urdir). Al tiempo va aluciando (alisando) por dentro y por fuera el barro. Una vez hecho el cuerpo, se deja en reposo durante un día, y después se raerá con una raedera de madera. El siguiente paso es lustrar la pieza con un trapo mojado. Terminada la obra se deja secar en un lugar sin corrientes para evitar que la pieza se hienda (agriete). Cuando está seca, se lleva al horno para su cocción durante unas ocho horas. Tras dejarlo enfriar lentamente para que no haya roturas en las piezas por el cambio de temperatura, se procede a desenhornar. Ya están listos para su venta. 

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