En 1243,
fecha de la sentencia del pleito seguido entre Alcaraz y la Orden de Santiago
por el control de la Mancha, se nombra a Manjavacas y El Cuervo. De momento se
desconoce si este lugar fue anterior o contemporáneo a La Mota y si quedaron
fusionados en un momento dado. Un siglo después, cuando el Maestre Don Fadrique
constituyó el llamado “Común de la Mancha”, es decir, una asociación entre
pueblos de una misma jurisdicción con fines ganaderos y fiscales, se seguía
mencionando El Cuervo.
En cuanto
a Manjavacas, sus vecinos se fueron trasladando debido al continuo estado de
enfermedad en que vivían, hasta que quedó despoblada. Este despoblamiento
ocurrió al mediar el siglo XIV, posiblemente coincidiendo con el avance de la
peste negra.
En 1394
ya aparece el nombre de “La Mota” en un privilegio de confirmación de propiedad
sobre ciertos montes. Y pocos años más tarde, en 1416, se le concede fuero.
Para el
período del dominio santiaguista contamos con una fuente documental fundamental
que nos permite conocer la evolución de los pueblos de la Mancha a finales de
la Edad Media. Hablamos de los Libros de Visitas de la Orden de Santiago, que
cubren un periodo desde 1468 hasta 1606. Las visitas de los primeros años
recogen el estado de abandono y depauperación que había en la época
inmediatamente anterior. En estos libros se anotaba el informe detallado de la
visita realizada a los lugares, edificios y bienes de la Orden.
La labor
de los Reyes Católicos como Administradores perpetuos de los bienes de la
Orden, puede ser calificada de una verdadera reconstrucción de la Mancha
santiaguista en todos los aspectos. En primer lugar, intentaron acabar con el
arraigado sentido feudal que el territorio tenía, manifestado en el empeño que
ponían los visitadores en reconstruir las murallas caídas o las viejas
fortalezas de la Orden. A finales del siglo XV se nombra una fortaleza en la
Mota, “que está en el centro de la dicha villa, derrocada por el propio concejo
y por mandato del marqués de Villena ”.
Durante
su reinado también se reanima el proceso poblacional; un aumento que viene
acompañado por un fenómeno de concentración urbana -iniciado por los
santiaguistas- en escogidos y potenciados núcleos de población que acaban con
un asentamiento primitivo. En Mota se va a pasar de 190 vecinos en 1494 a 209
en 1511. A partir de esta fecha se rompe el estancamiento y la población crece
continuamente: se llega a 500 vecinos en 1575, para alcanzar 850 en 1752. No
obstante, los datos poblacionales varían según los autores.
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Plaza del ayuntamiento de Mota del Cuervo. Fuente: www.mota-del-cuervo.com |
Otro
aspecto de la obra de los Reyes Católicos es el aumento y la eficacia en la
construcción de iglesias y otros edificios. A partir de 1507 se comienzan a
fundar hospitales para pobres.
En 1542,
según Provisión de Carlos I y conservada en el Archivo Municipal ya aparece
completo el nombre de “La Mota El Quervo”. Gracias a las llamadas Relaciones
Topográficas de Felipe II (1575) contamos con una fuente de gran valor para
conocer la situación económica y social en este periodo: los habitantes eran en
su mayoría pobres, trabajadores “que ganan de comer con sus brazos”, las casas
eran bajas y pequeñas hechas de tierra y piedra. Había diez casas de hidalgos.
En esta época pertenecía al Reino de Toledo y para los pleitos en grado de
apelación recurrían a la Chancillería de Granada. También estaban bajo la
jurisdicción del Prior de Uclés, por ser territorio de la Orden de Santiago.
El 19 de
marzo de 1614, el Rey Felipe IV concede a La Mota el privilegio de villazgo y
jurisdicción en primera instancia.
A mitad
del siglo XVIII, el Catastro de Ensenada, aunque realizado con fines fiscales,
se convierte en una de las fuentes más ricas para conocer los pueblos de Castilla.
De Mota sabemos, entre otras cosas, que contaba con 850 vecinos, 100 pobres de
solemnidad, 15 molinos de viento, 3 hornos de cocer cántaros, 1 pozo de nieve,
ninguna taberna, 3 mesones, 2 hospitales y que la patrona de la villa era
Nuestra Señora de la Concepción y sus abogados los Arcángeles San Miguel y San
Rafael.
Ya en el
siglo XIX, y tras la reorganización provincial de Javier de Burgos en 1833,
Mota del Cuervo deja de pertenecer a Toledo, para ser incluida dentro de la
provincia de Cuenca. En esta época seguía siendo un pueblo eminentemente
agrícola, pero seguía caracterizándose por su actividad alfarera. Desde
entonces, esta villa manchega ha continuado un devenir histórico sin grandes
acontecimientos que destacar, que la han situado dentro de los principales
pueblos de la provincia conquense. Todo ello gracias a factores propios de la
forma de ser de los moteños, como a factores físicos: situación geográfica
estratégica, tierras de calidad, etc.
Desde el
punto de vista turístico, fueron los años sesenta y setenta, a pesar del
declive demográfico, los de mayor auge. Se reconstruyeron los Molinos de Viento
y se cedieron a distintas embajadas, adquirió la denominación geoturística de
“Balcón de la Mancha” y ganó durante dos años consecutivos el primer premio en
los Concursos Provinciales de Embellecimiento y Mejora de los pueblos. También
sus fiestas patronales, la “Traída y la Llevada de la Virgen”, fueron
declaradas de Interés Turístico.
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